"Portadores de Su presencia"


En la antigüedad, cuando una persona contraía lepra, la aislaban en un lugar lejos de todos y de todo, dejada completamente de lado para que muera o por gracia de Dios sea sana; es que todo lo que tocaba, usaba o solamente rozaba, podía contagiar a aquel que lo tocara.
Con el tiempo todo cambió, la cura llegó y finalmente se supo que no era tan contagiosa como se creía.
Cualquier portador de enfermedad contagiosa, debe, no solo cuidarse él, sino también cuidar a los demás por lo que porta.
Hoy los cristianos somos portadores de la presencia de Dios y muchas veces actuamos como portadores de enfermedades ocultándonos, escondiéndonos, con miedo de contagiar a los demás, huyendo como leprosos.
Dios nos pide que mostremos su gloria, que fluyamos en su presencia, que contagiemos a otros con su amor.
Somos portadores de su presencia, necesitamos mostrarnos en armonía con Dios para poder contagiar a los demás y que todos se sumen al amor de Dios.
Ser portador de la presencia de Dios no es algo más, es algo sumamente intimo con reflejo público a las naciones; es una responsabilidad que Dios nos ha entregado por gracia y sin merecerlo, es algo indescriptible pero tan poderoso como Cristo.
Seamos portadores responsables de la presencia de Dios y contagiemos a otros a seguir a Jesús.

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